Historia del Ateneo (1931-1958)

María Luisa Escobar

María Luisa Escobar

Durante los primeros treinta años del siglo XX, escritores y artistas trabajaban aisladamente y a la sombra de la dictadura de Juan Vicente Gómez, logrando llevar a la luz medios de comunicación como el Diario El Universal, las revistas Cultura Venezolana, Alborada, Elite y Fantoches; y la primera estación radial del país Aire. Surge el Círculo de Bellas Artes para impulsar el desarrollo profundo de las artes plásticas nacionales y la emblemática Generación del 28, formada por jóvenes intelectuales y progresistas, que debieron pagar con cárcel y muerte por su indoblegable deseo de libertad.

En ese clima intenso, desvinculado de ese mundo guiado por la voluntad del dictador, se organizan algunos  intelectuales y se reunen en las casas, para hablar veladamente de libertad y compartir lecturas, conciertos e ideas sobre la situación de aislamiento en que se vivía y sobre la urgencia de abrir espacios para las más diversas expresiones artísticas. De allí, que un grupo de mujeres liderado por la compositora María Luisa Escobar, corre el riesgo y deciden transformar sus tertulias vespertinas en un trabajo público y abierto a la colectividad, convocando así a un número considerable de personalidades y artistas, incluyendo a las familias vinculadas con el poder, a fundar una asociación que llegaría muy pronto a ser considerada como la República Libre de los Intelectuales, el Ateneo de Caracas, nombre que fue seleccionado por votación.

Segunda sede del Ateneo de Caracas

Casa Natal de Andrés Bello. Segunda sede del Ateneo de Caracas

Una vez conseguida la planta alta de una casa ubicada de Marrón a Cují, propiedad del General Vicencio Pérez Soto, se fija el 8 de agosto de 1931, a las seis de la tarde, como fecha de la inauguración del Ateneo de Caracas con un concierto del Cuarteto Ríos Reyna. El Ateneo de Caracas nace desde la necesidad de generar un espacio para la creación, la concordia y la confrontación en el campo de las artes y del pensamiento. A partir de ese día se inicia la vida de esta institución como protagonista y espectadora de las grandes transformaciones del país y de la cultura venezolana contemporánea, donde la mujer juega un papel fundamental en el desarrollo cultural; tan es así, que María Luisa Escobar, Anna Julia Rojas, Alicia Larralde de Ferrero, Ana Mercedes de Morales, Carmen Bouza de Musche y María Teresa Castillo han sido sus conductoras consecutivamente desde su gestación.

Desde ese entonces, el Ateneo de Caracas se convierte no sólo en el primer centro de promoción y difusión cultural del país, a través de la organización de conciertos, exposiciones y conferencias sobre temas artísticos, sino que propicia la discusión de ideas renovadoras de la Sociedad Venezolana, auspiciando el surgimiento de agrupaciones de todo orden, como la Asociación Venezolana de Periodistas, punto de partida del actual Colegio Nacional de Periodistas, la Liga Internacional de Mujeres Hispanoamericanas y el Primer Congreso de Mujeres de Venezuela, el mismo que solicitó y obtuvo la aprobación del voto para la mujer venezolana ante el Congreso Nacional.

Ana Julia Rojas

Anna Julia Rojas

Dada la vocación de María Luisa Escobar, el Ateneo  de Caracas estuvo consagrado fundamentalmente durante sus primero diez años a la actividad musical, presentando sistemáticamente conciertos y recitales de música y convirtiéndose en el escenario para el encuentro de compositores y músicos con que contaba la ciudad en esa época con un público ávido de transformarse en espectadores iniciados. Al conseguir que estos conciertos fueran retransmitidos radiofónicamente, inclusive hacia el exterior a través de una estación norteamericana, el Ateneo Musical sirvió de punto de lanzamiento de músicos de la talla de Antonio Lauro, Alirio Díaz, Pedro Antonio Ríos Reyna y la Orquesta Sinfónica Venezuela, entre otros. Para llevar a cabo esta programación, muy pronto debió alquilarse también la planta baja de la casa, la cual fue acondicionada para convertirse en el primer escenario del Ateneo de Caracas. La programación de esa época incluía la presencia de escritores e intelectuales invitados a compartir su trabajo a través de lecturas y conferencias contando con figuras de la talla de Andrés Eloy Blanco, Jacinto Fombona, Fernando Paz Castillo y Guillermo Meneses como sus más leales colaboradores.

Durante el primer año de vida ateneísta, se inauguró el Segundo Salón de Humoristas Venezolanos y, al año siguiente, se sentaron las bases para el nacimiento de una sociedad literaria precursora de la actual Asociación Venezolana de Escritores. Para los artistas plásticos significó el surgimiento de un espacio de confrontación indispensable de su trabajo: Armando Reverón, Federico Brandt y Francisco Narváez, recién llegados de Europa, expusieron sus obras en ese espacio y se instituyó la Exposición Anual de Artes Plásticas del Ateneo de Caracas, sistematizando la presencia de estos artistas en la programación ateneísta.

Maria Teresa  Castillo

María Teresa Castillo

También nace la Segunda Exposición de Arte Fotográfico, en la cual fueron premiados Alfredo Boulton y Arturo Uslar Pietri, así como la proyección de las primeras películas de la naciente cinematografía, como lo fue el documental sobre Armando Reverón de Edgar Anzola. Las artes escénicas, a pesar de las deficiencias de dicha sede, tuvieron sus presentaciones con grupos dancísticos y lecturas dramatizadas. El estreno de Tierra Llana de Fernando Paz Castillo, en 1933, marcó el comienzo de la actividad que, años más tarde, sería el centro de la vida ateneísta: el teatro. Entrada a la década de los cuarentas, María Luisa Escobar se dispone a buscar una sede adecuada para el Ateneo de Caracas, debido a su creciente trabajo cultural.

Y es en 1943,  cuando pasan a ocupar  bajo la figura de comodato,   la casa natal de Andrés Bello, situada  en la esquina de Las Mercedes, en la parroquia Altagracia.  Pero, las limitaciones físicas del espacio y el crecimiento de actividades,  empeñaron a cuatro Presidentas de la institución, Anna Julia Rojas, quien hace posible que el teatro llegue a convertirse en una realidad protagónica para el Ateneo de Caracas, Alicia Larralde de Ferrero, Ana Mercedes de Morales Lara y Carmen Bouza de Musche   en buscar una  nueva sede.   Hasta que el 18 de enero de 1958,  con la caída de Pérez Jiménez, María Teresa Castillo llega a la Presidencia del Ateneo de Caracas y como bien  lo decreta: ¡Yo, en este zaguán no me quedo”, consigue una mansión que el Estado venezolano había adquirido y asignado para el Opus Dei.  Así es que más pudo la férrea convicción de María Teresa,  en convertir  esa  casa señorial ubicada en la Plaza Morelos, en el inicio de una nueva etapa en la vida de este centro cultural, que superó 50 años de permanencia en el lugar.

 

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